lunes, 13 de febrero de 2012

Cover de "Amor Líquido"

UNA AFORTUNADA E IMPERATIVA PRÁCTICA DE SÍ EN TIEMPOS LÍQUIDOS

ABSTRACT: Esta pretende ser una reflexión y por qué no una invitación a la práctica de sí; parte de los planteamientos de Michael Foucault, para entender la misma mas allá de una relación saber-poder, y adentrarse en una comprensión que puede abrazar cierto tipo de procurada libertad desde el espíritu. Esta reflexión es reactualizada en nuestros tiempos líquidos, y alimentada por algunos elementos conceptuales de Zygmunt Bauman

Por MARÍA ANGÉLICA ALVAREZ CASTRO

La práctica de sí, del tiempo grecorromano al tiempo líquido
En el mundo grecorromano la práctica de sí, se entendía como el conocimiento de sí, este equivalía a su vez al conocimiento del universo y desembocaba en un inevitable cuidado de sí, que constituía un ethos o modo de ser específico.
Pero ¿a qué refiere el conocerse a sí mismo? En el mundo grecorromano esta noción tiene que ver principalmente con el cuidado del cuerpo y con la adquisición de saberes. Desde este punto de vista, la aparición, muchos siglos después, de las instituciones religiosas, pedagógicas y demás, representa una reducción considerable de la “ autonomía” al determinar el comportamiento que debe tener el cuerpo y el encauzamiento que debe tener la mente. (FOUCAULT:1999:394)
No obstante, queda fuera un aspecto fundamental a la hora de pensar en el cuidado de sí, este es, el papel de la espiritualidad, que no puede entenderse únicamente como “el acceso del sujeto a cierto modo de ser y a las transformaciones que debe hacer en sí mismo para acceder a dicho modo de ser”(FOUCAULT: 1999:408) pues aceptar esto implica creer que hay una acción propia que garantiza el paso a un modo de ser en este caso espiritual, y olvidar que si bien el primer instante de disposición depende en cierto grado del sujeto, el resultado de tal transformación no lo posibilita el mismo, no al menos por su propia fuerza. Se da si en cambio por una fuerza superior a él que alinea su cuerpo, su mente y su espíritu.
Quién es ese sujeto que confía en la autosuficiencia? Un individuo que da por hecho que su realidad es la de un cuerpo dotado de razón, con la capacidad de conducirse a sí mismo sin saber si quiera quién es ese al que procura dirigir.
El sujeto aspira a que el trabajo sobre sí mismo le garantice libertad, se convierta en una práctica de libertad, pero acaso la libertad le saluda cuando cree que su accionar está mediado por eternas relaciones de poder ejercidas entre individuos, en las que siempre alguno debe ganar al dominar y otro debe sujetarse al perder? (FOUCAULT:1999:395). Si partimos de esta premisa , no tiene sentido afirmar que hay tal práctica, pues cómo podría haberla operando el miedo, que me lleva a intentar convencerme y convencer a otros de que solo uno puede salir victorioso.
Esto primero, reduce cualquier sí mismo, a un cuerpo situado en un peligroso tiempo espacio, en el que debe echar mano de cuanto pueda para salvarse del dominio ajeno, lo que es un ejemplo más cercano de esclavitud que no de libertad.
La libertad, para recibir tal nombre, debe tener que ver más bien con una liberación del miedo, de la idea ya insostenible de que el hombre es un cuerpo que se debe dominar, cuidar y salvaguardar de todo “peligro”. Sin embargo, es el miedo justamente, el ejercicio de poder en el que más a gusto nos encontramos, y a causa del cual se vuelven cada vez más frágiles nuestros vínculos humanos. (BAUMAN: 2009:21)
Si todas las relaciones que establecemos con nosotros mismos y con el otro están dictaminadas por el terror que nos produce creer que vamos a ser dañados, que vamos a salir perdiendo en algún momento, no hay otra cosa que hacer que saltar tan pronto como podamos de una ilusión de vida, amor, seguridad, etc. a otra, intentando librarnos el mayor número de veces de un resultado fatal, que nos confirme de que si tenemos motivos suficientes para no confiar ni en nosotros ni en nada fuera de nosotros.
Esta creencia está tan arraigada en nuestro ser, que garantiza una y otra vez el éxito constante de la lógica del consumo, de la inmediatez, de la futilidad de crear lazos duraderos, que en nuestro tiempo líquido, nos hace creer en una dinámica de velocidades, de sumas y restas entre ganancias y pérdidas y en últimas, despacha la oportunidad de un tiempo amable para llevar a cabo un paciente trabajo sobre sí mismo, que luego se convierta en la posibilidad de comunión con el otro, de una comunión ahora si de interioridades. (BAUMAN:2005:51)


El ejercicio constante sobre sí mismo, la práctica de sí, no puede quedarse en el cuidado del cuerpo poniendo todos los cerrojos posibles que impidan el advenimiento de la vida misma, por el contrario este ejercicio se extiende al alma y al espíritu, demanda tiempo, cuidado, valentía, para encontrarse con la realidad de saberse algo mas allá de un entretejido carnoso, para permitir que la vida se encargue de constatar que no es necesario crear más miedo, e inventar enemigos fuera de sí, para confiar y vivenciar el amor no desde la dimensión líquida, si no desde la libertad, solo así dejamos de arrojarnos a nosotros mismos a la desesperanza y de practicar la huída hacia el pasado que proclama la presencia de un asustadizo figurín al que le hacemos decir: no te confíes, la seguridad no existe, te encuentras amenazado a cada instante y en todo tiempo.




Bibliografía

FOUCAULT, Michel Etica, Estética y Hermenéutica vol. III, , Paidos, 1999,págs. 394.

BAUMAN, Michel Amor líquido. Fondo de cultura económico, 2005, págs.21 y sig.

LOS DESAZONES EN LA MUSICA

Abstract: El aprendizaje musical dado en la academia en ocasiones genera confusión y desanimo, en lugar de abrir horizontes y perspectivas claras en los estudiantes.


Por JEREMY AREVALO

En Colombia durante los últimos diez años se abierto una discusión en los centros de enseñanza musical entre profesores, estudiantes y demás estamentos que componen la academia debido, la pedagogía que se debe desarrollar en ámbito musical y por cual tipo de escuela europea regirse en la estructura de programas y conocimientos.

Desafortunadamente nuestro país carece de unidad de criterios metodológicos, pedagógicos y de contenidos en el área de la música; cada academia, instituto, universidad, escuela, centro educativo y aun dentro de un mismo contorno, los profesores forman polémica y contienda dentro de los estudiantes, pero no para enriquecer el saber como estimulo y riqueza del aprendizaje, sino para formar confusión y desconcierto entre los estudiantes. Tristemente los profesores no comparten sus conocimientos entre si; no existe un interés por reconocer el trabajo que otro ha realizado, ni tampoco por acreditar la forma en como se imparte el conocimiento a los estudiantes. Y si en cambio una competencia mal sana, un desmerecimiento por la forma en que ha adquirido el conocimiento y más si no es desde el punto de vista “académico” (1).

Todo este tipo de actitudes desagradables se palpa en un centro que dice ser pedagógico, que debería tener un discurso de tipo nacional y de proyección, a enfocar la música colombiana como insignia de una identidad que logre darle fuerza a una cultura perdida en las confusiones de una sociedad.

Cada uno de los que hemos asumido el reto de estudiar música, nos vemos abocados de hacer todo un rompecabezas y armar pieza por pieza como si fuera un Frankenstein el conocimiento musical; tomando lo bueno y en algunas ocasiones desechando todas aquellas malas palabras que hemos tenido que soportar. El aprendizaje musical dado en la academia en ocasiones genera confusión y desanimo, en lugar de abrir horizontes y perfectivas claras en los estudiantes.

Todo este tipo de situaciones se han presentado, están presentes y continuaran presentándose en el seno de toda academia; sino aprendemos a reconocer y valorar el trabajo y empeño que cada uno hace por enriquecer la práctica y el conocimiento musical dentro de una estructura social.

¿Por que no es tan difícil aplaudir al compañero cuando se esfuerza en interpretar una pieza que le costo cierto grado de dificultad?, ¿por que entre profesores no se incentiva a los estudiantes a reconocer los logros pedagógicos para trasmitir el conocimiento? Y que decir de la manera en como se ridiculiza algún tipo de música que no esta dentro de los cánones establecidos por la academia europea y que no son del agrado de aquellos que aparente han tenido la fortuna de estudiar fuera del país; y que por alguna razón siguen pensando que el bambuco, el pasillo o la guabina no tienen el estatus que si se merecen otro tipo de músicas mas occidentales. Parece tan irrisorio que aun tengamos esta mentalidad de colonizados y “sumergidos en el suburbio de la metrópoli”, pensando que nuestra música colombiana es menos que..., o no tiene la misma calidad de…o carece de…; sabiendo que nuestra música es interpretada ya por muchos maestros reconocidos a nivel mundial y la han colocado al nivel de las grandes orquestas, salas y salones de conciertos en todo el mundo.

Y si en otros países del hemisferio han logrado formar y crear escuelas de música basadas en su cultura y entorno social como el caso de Argentina, Brasil, México, Cuba, Venezuela; que han asumido el reto de hacer escuela con sus propias músicas, sin tener complejos de inferioridad, que asumieron el reto de dejar las diferencias que formaban discordia y divisiones innecesarias; para emprender un camino bastante prometedor en la construcción de todo un conocimiento musical con autonomía, prestigio e identidad. Por que no lograrlo aquí en Colombia, donde existe capacidad técnica, artística, pedagógica y creativa; para formar toda una escuela encaminada a desarrollar verdaderas estructuras de identidad musical y cultural.

Podría ser todo un movimiento que se despierte entre profesores y estudiantes; una nueva generación y con esto no me refiero a un asunto de edad, sino ha un cambio de actitud frente al conocimiento musical; a dejar atrás todo esos resabios que durante décadas han cargado muchos músicos, y que desafortunadamente pareciera ser que lo heredamos en un salón de cases y fuera nuestro lastre que debemos cargar para siempre. Es tomar la decisión de ser parte del cambio y diferentes en la manera de trasmitir el conocimiento, la actitud que tenemos frente a un escenario, la forma en como hablamos ante aquellos que no “conocen” de música y como nos vemos ante aquellos que ven la música como un simple pasatiempo.

Hay mucho por hacer y mucho por resolver y cambiar; las condiciones están dadas para formar todo un entorno diferente en nuestras instituciones que enseñan música y empezar asumir la responsabilidad social, cultural y social de dar toda una revolución en la enseñanza, aprendizaje, metodología y pedagogía musical.

domingo, 12 de febrero de 2012

como nace un paradigma

LA TRADICIÓN CÓMO ARTE EN COLOMBIA Y SU SIGNIFICADO PARA LOS COLOMBIANOS

Abstract
El hombre crece dentro de una cultura cuyas costumbres se ven intervenidas por la modernidad, más sin embargo sus raíces son necesarias para identificarse culturalmente en la historia, y dar sentido a su existencia. Un país como Colombia, tan culturalmente representado por el arte ante otros países, parece perder la importancia de sus costumbres, al punto en que su interés por preservarla es mayor en países extrageron que en el propio.

Por Norma Natalia Quijano Huertas

El hombre nace bajo un grupo de individuos determinados por costumbres, normas, rituales, etc, que lo diferencia frente a otros grupos y le dan una identidad cultural, que a medida en que las épocas se modernizan, esas costumbres van cambiando a nuevos estilos, seguidos de ideales de felicidad y progreso, más aún siempre están vigentes, preceptos de valores morales y virtudes que hacen del hombre un sujeto que debe cuidar de sí mismo, cómo un arte, de acuerdo con Foucault, citado por Cubides, H. (2006). Finalmente, el hombre siempre busca, necesariamente, identificarse culturalmente en la historia como lo menciona Meirieu, (1998). Es entonces donde surge la pregunta, sobre si en Colombia estas costumbres tienen la importancia que merecen y sus ciudadanos se encuentran artísticamente, identificados con ellas.
Dentro de una cultura el hombre está sometido bajo una serie de costumbre, rituales, formas de pensar y experiencias espirituales, que construyen su identidad dentro de una comunidad, es así que el bambuco es un baile tradicional propio del colombiano, más específicamente del cauca. Según Meirieu, (1998), el niño “No puede construirse así mismo mentalmente al margen de las reclamaciones de su entorno: es ese entorno el que, en muy gran medida lo construye.” De tal manera, cada sujeto vive bajo una identidad edificada dentro de su cultura, tan importante para su historia, que todo sujeto siempre está en la búsqueda de conocer su origen y procedencia, de tal manera y así como lo menciona Meirieu, (1998), “<<¿De quién soy hijo o hija?>>, se pregunta siempre el niño. <<¿De quién soy realmente hijo o hija?>>, es, a veces el interrogante del adolescente…”.
Más allá de lo aprendido en la cultura, el hombre también se ve involucrado en las prácticas de la sociedad, que también determina su participación en el mundo, es así como a través del tiempo las costumbres de las sociedades presentan cambios, de acuerdo a las nuevas tendencias y condiciones de vida, como en un tiempo la higiene tomó importancia en una forma de vida adecuada, como refiere Monlau, P. 1853, (citado por Pedraza, Z. 1999) en sus concepto sobre la higiene definiéndola como “un arte para conservar la salud, y vivir sano, contento y alegre por largos años.” Igualmente “la higiene abarca cada uno de los aspectos de la vida humana, sus preceptos <Es así como esta época se rige por la exigencia sobre la higiene en hombres y mujeres, para determinar lo adecuado y provechoso en beneficio de todos y cada uno. Pues “solamente quien goza de salud está en capacidad de disfrutar los privilegios de la vida: ese ser inferior que es el enfermo está incapacitado para la felicidad: la salud es, en suma, también un valor moral” (Muñoz, 1934, citado por Pedraza, Z. 1999). Puede verse de qué manera se induce a la persona a seguir las tendencias de la época, para entrar en el grupo de los “privilegiados” o en su defecto “incapacitados”. Más sin embargo, el hombre siempre está, no solo a la vanguardia de la época, sino en la búsqueda de respuestas a lo que determina su existencia.
Entonces, se piensa, ya no en las costumbres culturales que cambian en el tiempo como forma de buscar tendencias modernas, movidas por el consumismo, la innovación, la industria, la ciencia y la tecnología, sino en aquellas que deben estar siempre presentes en una sociedad para que funcione justa y correctamente, en donde la moral, las virtudes están vigentes, de acuerdo con Cubides, H. (2006):
“Foucault retoma justamente estos mismo cuatro 4 aspectos de la reflexión filosófica que se han conservado a los largo del tiempo configurando ámbitos específicos de análisis sobre la manera como el individuo se constituye así mismo como un sujeto moral de sus propias acciones: 1. La determinación de la sustancia ética, es decir, aquello que es la materia principal del juicio y conducta ética (ontología); 2. El modo de sujeción, esto es la manera como se incita o invita a la gente a dar cuenta de sus obligaciones morales, estableciendo determinada relación con la regla (deontología); 3. Las formas de elaboración o trabajo ético que hacemos sobre nosotros mismos, o los medios como cambiamos para convertirnos en sujetos éticos (ascética); 4. La clase de ser al cual aspiramos cuando nos comportamos de manera moral (teleología).
De lo anterior, puede tomarse que el sujeto como individuo que pertenece a un grupo, sociedad, etc, debe cumplir una serie de atributos que llevarán a la cultura o grupo a mejorar y desempeñarse como seres éticos de una comunidad.
Sin embargo, para Foucault, 1986 (citado por Cubides, H., 2006), también es relevante el cuidado de sí mismo, como sujeto, pues a través de la historia lo ha considera como un precepto del arte, menciona Cubides, (2006), “Esta técnica o “practica de si” adquirió en la época clásica la forma de un arte de sí relativamente independiente de cualquier legislación moral: por otra parte, el arte de vivir, que fundamentado en el precepto de cuidado de sí representa ciertos valores estéticos y responde a ciertos criterios de estilo…”
Más sin embargo, estas condiciones que debe tener el sujeto en la sociedad y consigo mismo, no dejan de estar influenciadas necesariamente por las costumbres de su cultura, pues fue educado bajo dichos preceptos, en donde la educación no solo busca el desarrollo intelectual de la persona, sino de construir valores espirituales, personales y sociales, de ahí que refiera Meirieu, (1998) que, “Educar no es solo desarrollar una inteligencia formal capaz de resolver problemas de gestión de la vida cotidiana o de encararse a dificultades de orden matemático. Educar es, también, desarrollar una inteligencia histórica capaz de discernir en que herencias culturales se está inscrito.”
Por lo anterior, cabe mencionar la tradición de nuestra cultura Colombiana, más aún refiriendo al artista como lo más representativo de nuestras costumbres, pues en Colombia se goza de una diversidad cultural, en donde cada región presenta su historia y costumbres, bajo rituales centrados en los bailes tradicionales, comidas exóticas, trajes y vestidos tradicionales, entre otros, uno de los bailes tradicionales es el Bambuco que para Miñana, 1997, (citada por Santamaría, C., 2007) “es un género musical tradicional, trasmitido primordialmente de forma oral…”, “pero que probablemente tuvo su origen en los ensambles de vientos y percusión, formados por indígenas y negros en la vieja provincia sureña del Gran Cauca”, y así cada baile tiene su historia conservando el valor cada época, en lo que nuestros antepasados vivieron y nos dieron hoy en día identidad cultural hacia otros países.
En la actualidad nuestras costumbres Colombianas perdieron su sentido, ya vemos pocos bailes tradicionales en nuestras instituciones educativas, más bien fueron reemplazadas por los bailes modernos del multiculturalismo, buscando un nuevo género, más importante por el ritmo que por su sentido de marcar historia, perdiendo lo que nos hace colombianos. En donde nuestras tradiciones culturales tienen mayor valor, en países extranjeros.
Finalmente, podemos ver que hay una necesidad urgente de rescatar nuestra cultura ante nosotros mismos, valorando más nuestras raíces y nuestra historia plasmada en el arte colombiano, generando a otros, igualmente, una conciencia colectiva por valorar nuestra historia y crear sentido de propiedad.












Referencias

CUBIDES, HUMBERTO. (2006). Ética del cuidado de sí. Siglo del Hombre Editores. Universidad Central IESCO. 2006
MEIRIEU, P. (1998). FRANKENSTEIN EDUCADOR. Ed. Laertes S.A.
PEDRAZA, SANDRA. (1999). En Cuerpo y Alma. Visiones del Progreso y de la Felicidad. CORCAS. Universidad de los Andes. Bogotá, Colombia.
SANTAMARIA, C. (2007). El Bambuco, los Saberes Mestizos y la Academia: Un Análisis Histórico de la Persistencia de la Colonialidad en los Estudios Músicales Latinoamericanos. Revista de Música Latinoamericana. Vol. 20 No. 1. pp 1-23

Arte del siglo XXI, lo que pensamos y lo que nos promueve

Por CARLOS MANOSALVA

Cualquiera de nosotros puede deducir que el arte es una forma de expresión, o mejor, un medio de expresión que se manifiesta mediante géneros como la danza, la música, la pintura, la escultura, el cine, entre otras. Pero existe un interrogante que más de uno nos hacemos. ¿Qué significa el arte en el mundo actual? Tal vez el medio por el cual se nos mueve a realizar una sola cosa: consumir. Muchos ejemplos se dan a través de los medios masivos de comunicación, encargados de emitir sonidos e imágenes con el fin de invitarnos a algo concreto, dejarnos una enseñanza al mismo tiempo que educarnos. Sin embargo, la sociedad nos ha impuesto una nueva moda, que consiste en vendernos todo a través de productos que se han globalizado con el paso de los años. Es así como podemos definir arte del siglo XXI como, medio por el cual somos capaces de promover e invitar a la masa a ser parte de un mundo donde se consume y se vive una vida a plenitud, dejando de lado lo que la realidad nos invita verdaderamente a analizar y difundir, que sería en este caso, las manifestaciones culturales como medios de formación social, ética y moral. La cultura, conjunto de manifestaciones que se diferencian unas de otras, por sus costumbres, expresiones y creencias, es lo que verdaderamente importa rescatar debido a los factores ya mencionados, que nos dominan e impiden enriquecer nuestro conocimiento de dichas manifestaciones. La sociedad de consumo, la encargada de vendernos un mundo diferente, donde no existe cabida a problemas ni factores negativos, o mejor, colectivo de factores que buscan por medio de las imágenes, los actos, parlamentos y distintas señales lingüísticas promover, difundir y divulgar un mundo color de rosa que en pocas palabras, adormece la mente ante cosas realmente importantes, como las situaciones vulnerables en las cuales muchos grupos étnicos se encuentran sumergidos, todo porque la guerra y las opresiones de los entes gubernamentales y demás grupos estatales así nos mantienen. Vivimos un mundo fantástico, un mundo de cuentos de hadas, donde muchos vivimos como príncipes y si se quiere como reyes, pues no nos falta nada, nos sobra mucho, nos brota la felicidad a flor de piel. Sin embargo, no vemos la verdadera esencia de la felicidad que es la paz entre naciones por ejemplo, los países regidos por un buen gobierno que no desampara a su pueblo, la igualdad y el respeto por el otro.
El arte, en pocas palabras, hace parte de lo que podríamos llamar evolucionismo, pues ya no se manifiesta como una expresión, sino que además, está entrando en el mundo de los negocios, productos y servicios. Es más o menos lo que está ocurriendo con la educación, sobre todo en nuestro continente. La educación del siglo pasado, promovía mucho más el arte y la cultura. Los estudiantes salían con grandes saberes históricos acerca de los pueblos aborígenes que nos antecedieron, las distintas regiones, cuyo contenido era por ejemplo, culturas, gastronomía y danzas folclóricas características de cada uno de ellos. Hoy, se conoce más de economía, negocios, cibernética, redes, formación empresarial, idiomas, cultura y arte internacional, historia a nivel mundial. Los medios, sea radio, televisión, prensa, internet y afines, se han encargado de vendernos una idea acerca de nuestra historia nacional, antecedentes políticos, económicos y sociales, solo que a medias. Una verdad rebuscada. Lo que podrían narrar con toda la verdad y sin perderse ningún detalle importante, nuestros abuelos. Tan es así, que hoy, como lo afirmábamos anteriormente, el respeto por las personas en situación de vulnerabilidad, se ha dejado a un lado. El amor por los ancianos se ha perdido, condenados a vivir en un asilo por sus propios hijos y muchas veces sus propios nietos, porque los medios lo han transformado todo. Hasta la comunicación entre personas, que también en su momento fue considerado un arte, se ha perdido, se ha vilmente desplazado por las nuevas tendencias tecnológicas que nos brindan de todo, menos formación en valores. Y sin embargo, todo, por medio de la tecnología, podría considerarse como arte. La capacidad del hombre para crear y difundir su pensamiento con el fin de vendernos una idea que impulsa las multitudes a consumir, consumir y finalmente a consumir, definiendo esto como un nuevo rumbo de lo que sabemos, es el conocimiento. Conocimiento de nuevas culturas, nuevos saberes, nuevas costumbres y hábitos, dejando atrás el amor por lo propio, el sentido de pertenencia. Es el caso de una expresión como la música, donde todos conocemos gran variedad de géneros que cubren el mundo entero. El caso de Colombia, país rico en géneros musicales, originarios de distintas regiones a lo largo y ancho de nuestra geografía. Bambucos, guabinas, pasillos, porros, cumbias, entre otros, que nos permiten realizar un maravilloso viaje por nuestros paisajes, exquisitos platos típicos, fiestas, atractivos turísticos, Etc. Si hablamos de un una forma de expresión como la música de nuestro folclore colombiano, este ya no se oye, o por lo menos no es tan favorito a nivel nacional como a nivel mundial. Este país exporta música a todos los rincones del mundo, especialmente países de habla hispana y algunas regiones europeas donde nuestra música es acogida con todos los honores. Aquí se perdió el sentido de la identidad, pues este emigró al extranjero. A cambio, el género extranjero es importado hacia acá y está más acogido que lo nuestro propio lamentablemente. Este último pensamiento lo podemos apreciar si leemos el libro “el bambuco y los Saberes Mestizos” de la escritora colombiana Carolina Santamaría, donde en realidad se habla de la expresión musical como un medio de promoción cultural y artística que se extiende por el mundo, pero en nuestra tierra es olvidada totalmente. Ahí es donde se recure al viejo adagio “nadie es profeta en su tierra”.
Es una realidad lamentable, pero ¿por qué? Porque son los medios y la publicidad los dominantes, los que han sido cómplices de la globalización y la extensión, los que nos muestran las innovaciones y los que en realidad nos impiden sentirnos orgullosos y amar lo nuestro. Así es el arte, un medio que promueve la globalización, más que arte se convierte en el ocio y el opio del pueblo, no existe identidad por lo propio y se llegaría a pensar que la actualidad evolutiva es tan poderosa, que hasta podemos experimentar cuán avergonzados nos podríamos sentir de lo nuestro, por el simple hecho de que el arte y los medios nos venden una mejor idea, que nos invita a aparentar felicidad y gozo cuando en realidad no lo hay.

Las escuelas matan la creatividad HQ 1/2: Ken Robinson en TED 2006