lunes, 13 de febrero de 2012

UNA AFORTUNADA E IMPERATIVA PRÁCTICA DE SÍ EN TIEMPOS LÍQUIDOS

ABSTRACT: Esta pretende ser una reflexión y por qué no una invitación a la práctica de sí; parte de los planteamientos de Michael Foucault, para entender la misma mas allá de una relación saber-poder, y adentrarse en una comprensión que puede abrazar cierto tipo de procurada libertad desde el espíritu. Esta reflexión es reactualizada en nuestros tiempos líquidos, y alimentada por algunos elementos conceptuales de Zygmunt Bauman

Por MARÍA ANGÉLICA ALVAREZ CASTRO

La práctica de sí, del tiempo grecorromano al tiempo líquido
En el mundo grecorromano la práctica de sí, se entendía como el conocimiento de sí, este equivalía a su vez al conocimiento del universo y desembocaba en un inevitable cuidado de sí, que constituía un ethos o modo de ser específico.
Pero ¿a qué refiere el conocerse a sí mismo? En el mundo grecorromano esta noción tiene que ver principalmente con el cuidado del cuerpo y con la adquisición de saberes. Desde este punto de vista, la aparición, muchos siglos después, de las instituciones religiosas, pedagógicas y demás, representa una reducción considerable de la “ autonomía” al determinar el comportamiento que debe tener el cuerpo y el encauzamiento que debe tener la mente. (FOUCAULT:1999:394)
No obstante, queda fuera un aspecto fundamental a la hora de pensar en el cuidado de sí, este es, el papel de la espiritualidad, que no puede entenderse únicamente como “el acceso del sujeto a cierto modo de ser y a las transformaciones que debe hacer en sí mismo para acceder a dicho modo de ser”(FOUCAULT: 1999:408) pues aceptar esto implica creer que hay una acción propia que garantiza el paso a un modo de ser en este caso espiritual, y olvidar que si bien el primer instante de disposición depende en cierto grado del sujeto, el resultado de tal transformación no lo posibilita el mismo, no al menos por su propia fuerza. Se da si en cambio por una fuerza superior a él que alinea su cuerpo, su mente y su espíritu.
Quién es ese sujeto que confía en la autosuficiencia? Un individuo que da por hecho que su realidad es la de un cuerpo dotado de razón, con la capacidad de conducirse a sí mismo sin saber si quiera quién es ese al que procura dirigir.
El sujeto aspira a que el trabajo sobre sí mismo le garantice libertad, se convierta en una práctica de libertad, pero acaso la libertad le saluda cuando cree que su accionar está mediado por eternas relaciones de poder ejercidas entre individuos, en las que siempre alguno debe ganar al dominar y otro debe sujetarse al perder? (FOUCAULT:1999:395). Si partimos de esta premisa , no tiene sentido afirmar que hay tal práctica, pues cómo podría haberla operando el miedo, que me lleva a intentar convencerme y convencer a otros de que solo uno puede salir victorioso.
Esto primero, reduce cualquier sí mismo, a un cuerpo situado en un peligroso tiempo espacio, en el que debe echar mano de cuanto pueda para salvarse del dominio ajeno, lo que es un ejemplo más cercano de esclavitud que no de libertad.
La libertad, para recibir tal nombre, debe tener que ver más bien con una liberación del miedo, de la idea ya insostenible de que el hombre es un cuerpo que se debe dominar, cuidar y salvaguardar de todo “peligro”. Sin embargo, es el miedo justamente, el ejercicio de poder en el que más a gusto nos encontramos, y a causa del cual se vuelven cada vez más frágiles nuestros vínculos humanos. (BAUMAN: 2009:21)
Si todas las relaciones que establecemos con nosotros mismos y con el otro están dictaminadas por el terror que nos produce creer que vamos a ser dañados, que vamos a salir perdiendo en algún momento, no hay otra cosa que hacer que saltar tan pronto como podamos de una ilusión de vida, amor, seguridad, etc. a otra, intentando librarnos el mayor número de veces de un resultado fatal, que nos confirme de que si tenemos motivos suficientes para no confiar ni en nosotros ni en nada fuera de nosotros.
Esta creencia está tan arraigada en nuestro ser, que garantiza una y otra vez el éxito constante de la lógica del consumo, de la inmediatez, de la futilidad de crear lazos duraderos, que en nuestro tiempo líquido, nos hace creer en una dinámica de velocidades, de sumas y restas entre ganancias y pérdidas y en últimas, despacha la oportunidad de un tiempo amable para llevar a cabo un paciente trabajo sobre sí mismo, que luego se convierta en la posibilidad de comunión con el otro, de una comunión ahora si de interioridades. (BAUMAN:2005:51)


El ejercicio constante sobre sí mismo, la práctica de sí, no puede quedarse en el cuidado del cuerpo poniendo todos los cerrojos posibles que impidan el advenimiento de la vida misma, por el contrario este ejercicio se extiende al alma y al espíritu, demanda tiempo, cuidado, valentía, para encontrarse con la realidad de saberse algo mas allá de un entretejido carnoso, para permitir que la vida se encargue de constatar que no es necesario crear más miedo, e inventar enemigos fuera de sí, para confiar y vivenciar el amor no desde la dimensión líquida, si no desde la libertad, solo así dejamos de arrojarnos a nosotros mismos a la desesperanza y de practicar la huída hacia el pasado que proclama la presencia de un asustadizo figurín al que le hacemos decir: no te confíes, la seguridad no existe, te encuentras amenazado a cada instante y en todo tiempo.




Bibliografía

FOUCAULT, Michel Etica, Estética y Hermenéutica vol. III, , Paidos, 1999,págs. 394.

BAUMAN, Michel Amor líquido. Fondo de cultura económico, 2005, págs.21 y sig.

1 comentario:

Apuntes para un programa dijo...

¿Como pueden faltar comentarios para esta joya mas alla del tiempo-espacio?