domingo, 12 de febrero de 2012

LA TRADICIÓN CÓMO ARTE EN COLOMBIA Y SU SIGNIFICADO PARA LOS COLOMBIANOS

Abstract
El hombre crece dentro de una cultura cuyas costumbres se ven intervenidas por la modernidad, más sin embargo sus raíces son necesarias para identificarse culturalmente en la historia, y dar sentido a su existencia. Un país como Colombia, tan culturalmente representado por el arte ante otros países, parece perder la importancia de sus costumbres, al punto en que su interés por preservarla es mayor en países extrageron que en el propio.

Por Norma Natalia Quijano Huertas

El hombre nace bajo un grupo de individuos determinados por costumbres, normas, rituales, etc, que lo diferencia frente a otros grupos y le dan una identidad cultural, que a medida en que las épocas se modernizan, esas costumbres van cambiando a nuevos estilos, seguidos de ideales de felicidad y progreso, más aún siempre están vigentes, preceptos de valores morales y virtudes que hacen del hombre un sujeto que debe cuidar de sí mismo, cómo un arte, de acuerdo con Foucault, citado por Cubides, H. (2006). Finalmente, el hombre siempre busca, necesariamente, identificarse culturalmente en la historia como lo menciona Meirieu, (1998). Es entonces donde surge la pregunta, sobre si en Colombia estas costumbres tienen la importancia que merecen y sus ciudadanos se encuentran artísticamente, identificados con ellas.
Dentro de una cultura el hombre está sometido bajo una serie de costumbre, rituales, formas de pensar y experiencias espirituales, que construyen su identidad dentro de una comunidad, es así que el bambuco es un baile tradicional propio del colombiano, más específicamente del cauca. Según Meirieu, (1998), el niño “No puede construirse así mismo mentalmente al margen de las reclamaciones de su entorno: es ese entorno el que, en muy gran medida lo construye.” De tal manera, cada sujeto vive bajo una identidad edificada dentro de su cultura, tan importante para su historia, que todo sujeto siempre está en la búsqueda de conocer su origen y procedencia, de tal manera y así como lo menciona Meirieu, (1998), “<<¿De quién soy hijo o hija?>>, se pregunta siempre el niño. <<¿De quién soy realmente hijo o hija?>>, es, a veces el interrogante del adolescente…”.
Más allá de lo aprendido en la cultura, el hombre también se ve involucrado en las prácticas de la sociedad, que también determina su participación en el mundo, es así como a través del tiempo las costumbres de las sociedades presentan cambios, de acuerdo a las nuevas tendencias y condiciones de vida, como en un tiempo la higiene tomó importancia en una forma de vida adecuada, como refiere Monlau, P. 1853, (citado por Pedraza, Z. 1999) en sus concepto sobre la higiene definiéndola como “un arte para conservar la salud, y vivir sano, contento y alegre por largos años.” Igualmente “la higiene abarca cada uno de los aspectos de la vida humana, sus preceptos <Es así como esta época se rige por la exigencia sobre la higiene en hombres y mujeres, para determinar lo adecuado y provechoso en beneficio de todos y cada uno. Pues “solamente quien goza de salud está en capacidad de disfrutar los privilegios de la vida: ese ser inferior que es el enfermo está incapacitado para la felicidad: la salud es, en suma, también un valor moral” (Muñoz, 1934, citado por Pedraza, Z. 1999). Puede verse de qué manera se induce a la persona a seguir las tendencias de la época, para entrar en el grupo de los “privilegiados” o en su defecto “incapacitados”. Más sin embargo, el hombre siempre está, no solo a la vanguardia de la época, sino en la búsqueda de respuestas a lo que determina su existencia.
Entonces, se piensa, ya no en las costumbres culturales que cambian en el tiempo como forma de buscar tendencias modernas, movidas por el consumismo, la innovación, la industria, la ciencia y la tecnología, sino en aquellas que deben estar siempre presentes en una sociedad para que funcione justa y correctamente, en donde la moral, las virtudes están vigentes, de acuerdo con Cubides, H. (2006):
“Foucault retoma justamente estos mismo cuatro 4 aspectos de la reflexión filosófica que se han conservado a los largo del tiempo configurando ámbitos específicos de análisis sobre la manera como el individuo se constituye así mismo como un sujeto moral de sus propias acciones: 1. La determinación de la sustancia ética, es decir, aquello que es la materia principal del juicio y conducta ética (ontología); 2. El modo de sujeción, esto es la manera como se incita o invita a la gente a dar cuenta de sus obligaciones morales, estableciendo determinada relación con la regla (deontología); 3. Las formas de elaboración o trabajo ético que hacemos sobre nosotros mismos, o los medios como cambiamos para convertirnos en sujetos éticos (ascética); 4. La clase de ser al cual aspiramos cuando nos comportamos de manera moral (teleología).
De lo anterior, puede tomarse que el sujeto como individuo que pertenece a un grupo, sociedad, etc, debe cumplir una serie de atributos que llevarán a la cultura o grupo a mejorar y desempeñarse como seres éticos de una comunidad.
Sin embargo, para Foucault, 1986 (citado por Cubides, H., 2006), también es relevante el cuidado de sí mismo, como sujeto, pues a través de la historia lo ha considera como un precepto del arte, menciona Cubides, (2006), “Esta técnica o “practica de si” adquirió en la época clásica la forma de un arte de sí relativamente independiente de cualquier legislación moral: por otra parte, el arte de vivir, que fundamentado en el precepto de cuidado de sí representa ciertos valores estéticos y responde a ciertos criterios de estilo…”
Más sin embargo, estas condiciones que debe tener el sujeto en la sociedad y consigo mismo, no dejan de estar influenciadas necesariamente por las costumbres de su cultura, pues fue educado bajo dichos preceptos, en donde la educación no solo busca el desarrollo intelectual de la persona, sino de construir valores espirituales, personales y sociales, de ahí que refiera Meirieu, (1998) que, “Educar no es solo desarrollar una inteligencia formal capaz de resolver problemas de gestión de la vida cotidiana o de encararse a dificultades de orden matemático. Educar es, también, desarrollar una inteligencia histórica capaz de discernir en que herencias culturales se está inscrito.”
Por lo anterior, cabe mencionar la tradición de nuestra cultura Colombiana, más aún refiriendo al artista como lo más representativo de nuestras costumbres, pues en Colombia se goza de una diversidad cultural, en donde cada región presenta su historia y costumbres, bajo rituales centrados en los bailes tradicionales, comidas exóticas, trajes y vestidos tradicionales, entre otros, uno de los bailes tradicionales es el Bambuco que para Miñana, 1997, (citada por Santamaría, C., 2007) “es un género musical tradicional, trasmitido primordialmente de forma oral…”, “pero que probablemente tuvo su origen en los ensambles de vientos y percusión, formados por indígenas y negros en la vieja provincia sureña del Gran Cauca”, y así cada baile tiene su historia conservando el valor cada época, en lo que nuestros antepasados vivieron y nos dieron hoy en día identidad cultural hacia otros países.
En la actualidad nuestras costumbres Colombianas perdieron su sentido, ya vemos pocos bailes tradicionales en nuestras instituciones educativas, más bien fueron reemplazadas por los bailes modernos del multiculturalismo, buscando un nuevo género, más importante por el ritmo que por su sentido de marcar historia, perdiendo lo que nos hace colombianos. En donde nuestras tradiciones culturales tienen mayor valor, en países extranjeros.
Finalmente, podemos ver que hay una necesidad urgente de rescatar nuestra cultura ante nosotros mismos, valorando más nuestras raíces y nuestra historia plasmada en el arte colombiano, generando a otros, igualmente, una conciencia colectiva por valorar nuestra historia y crear sentido de propiedad.












Referencias

CUBIDES, HUMBERTO. (2006). Ética del cuidado de sí. Siglo del Hombre Editores. Universidad Central IESCO. 2006
MEIRIEU, P. (1998). FRANKENSTEIN EDUCADOR. Ed. Laertes S.A.
PEDRAZA, SANDRA. (1999). En Cuerpo y Alma. Visiones del Progreso y de la Felicidad. CORCAS. Universidad de los Andes. Bogotá, Colombia.
SANTAMARIA, C. (2007). El Bambuco, los Saberes Mestizos y la Academia: Un Análisis Histórico de la Persistencia de la Colonialidad en los Estudios Músicales Latinoamericanos. Revista de Música Latinoamericana. Vol. 20 No. 1. pp 1-23

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