lunes, 13 de febrero de 2012

LOS DESAZONES EN LA MUSICA

Abstract: El aprendizaje musical dado en la academia en ocasiones genera confusión y desanimo, en lugar de abrir horizontes y perspectivas claras en los estudiantes.


Por JEREMY AREVALO

En Colombia durante los últimos diez años se abierto una discusión en los centros de enseñanza musical entre profesores, estudiantes y demás estamentos que componen la academia debido, la pedagogía que se debe desarrollar en ámbito musical y por cual tipo de escuela europea regirse en la estructura de programas y conocimientos.

Desafortunadamente nuestro país carece de unidad de criterios metodológicos, pedagógicos y de contenidos en el área de la música; cada academia, instituto, universidad, escuela, centro educativo y aun dentro de un mismo contorno, los profesores forman polémica y contienda dentro de los estudiantes, pero no para enriquecer el saber como estimulo y riqueza del aprendizaje, sino para formar confusión y desconcierto entre los estudiantes. Tristemente los profesores no comparten sus conocimientos entre si; no existe un interés por reconocer el trabajo que otro ha realizado, ni tampoco por acreditar la forma en como se imparte el conocimiento a los estudiantes. Y si en cambio una competencia mal sana, un desmerecimiento por la forma en que ha adquirido el conocimiento y más si no es desde el punto de vista “académico” (1).

Todo este tipo de actitudes desagradables se palpa en un centro que dice ser pedagógico, que debería tener un discurso de tipo nacional y de proyección, a enfocar la música colombiana como insignia de una identidad que logre darle fuerza a una cultura perdida en las confusiones de una sociedad.

Cada uno de los que hemos asumido el reto de estudiar música, nos vemos abocados de hacer todo un rompecabezas y armar pieza por pieza como si fuera un Frankenstein el conocimiento musical; tomando lo bueno y en algunas ocasiones desechando todas aquellas malas palabras que hemos tenido que soportar. El aprendizaje musical dado en la academia en ocasiones genera confusión y desanimo, en lugar de abrir horizontes y perfectivas claras en los estudiantes.

Todo este tipo de situaciones se han presentado, están presentes y continuaran presentándose en el seno de toda academia; sino aprendemos a reconocer y valorar el trabajo y empeño que cada uno hace por enriquecer la práctica y el conocimiento musical dentro de una estructura social.

¿Por que no es tan difícil aplaudir al compañero cuando se esfuerza en interpretar una pieza que le costo cierto grado de dificultad?, ¿por que entre profesores no se incentiva a los estudiantes a reconocer los logros pedagógicos para trasmitir el conocimiento? Y que decir de la manera en como se ridiculiza algún tipo de música que no esta dentro de los cánones establecidos por la academia europea y que no son del agrado de aquellos que aparente han tenido la fortuna de estudiar fuera del país; y que por alguna razón siguen pensando que el bambuco, el pasillo o la guabina no tienen el estatus que si se merecen otro tipo de músicas mas occidentales. Parece tan irrisorio que aun tengamos esta mentalidad de colonizados y “sumergidos en el suburbio de la metrópoli”, pensando que nuestra música colombiana es menos que..., o no tiene la misma calidad de…o carece de…; sabiendo que nuestra música es interpretada ya por muchos maestros reconocidos a nivel mundial y la han colocado al nivel de las grandes orquestas, salas y salones de conciertos en todo el mundo.

Y si en otros países del hemisferio han logrado formar y crear escuelas de música basadas en su cultura y entorno social como el caso de Argentina, Brasil, México, Cuba, Venezuela; que han asumido el reto de hacer escuela con sus propias músicas, sin tener complejos de inferioridad, que asumieron el reto de dejar las diferencias que formaban discordia y divisiones innecesarias; para emprender un camino bastante prometedor en la construcción de todo un conocimiento musical con autonomía, prestigio e identidad. Por que no lograrlo aquí en Colombia, donde existe capacidad técnica, artística, pedagógica y creativa; para formar toda una escuela encaminada a desarrollar verdaderas estructuras de identidad musical y cultural.

Podría ser todo un movimiento que se despierte entre profesores y estudiantes; una nueva generación y con esto no me refiero a un asunto de edad, sino ha un cambio de actitud frente al conocimiento musical; a dejar atrás todo esos resabios que durante décadas han cargado muchos músicos, y que desafortunadamente pareciera ser que lo heredamos en un salón de cases y fuera nuestro lastre que debemos cargar para siempre. Es tomar la decisión de ser parte del cambio y diferentes en la manera de trasmitir el conocimiento, la actitud que tenemos frente a un escenario, la forma en como hablamos ante aquellos que no “conocen” de música y como nos vemos ante aquellos que ven la música como un simple pasatiempo.

Hay mucho por hacer y mucho por resolver y cambiar; las condiciones están dadas para formar todo un entorno diferente en nuestras instituciones que enseñan música y empezar asumir la responsabilidad social, cultural y social de dar toda una revolución en la enseñanza, aprendizaje, metodología y pedagogía musical.

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