domingo, 12 de febrero de 2012

SER Artistas y Educadores

Por María José Pineda Bautista

Abstract:No puedo evitar pensar en mi papel como artista y educadora, en la importancia y responsabilidad que tengo hacia mí, como primera instancia, y hacia mi sociedad, mi entorno cada vez más vulnerable y hostil, un contexto que está sumergido en mentiras, en consumo, en uniformidad, en una sociedad que nos aparta cada vez de nosotros mismos y de nuestro ser real.

Encuentro en mi papel como docente y artista, convertirme en un agente de cambio, para poder contagiar a mis futuros estudiantes del interés por sí mismos, por descubrirse cada día en el arte, por sembrar hambre y sed de creación. También soy consciente de que no puedo transmitir esas ganas de autoconocimiento si yo no estoy convencida de ello, si yo no soy entiendo primero –en el amplio sentido existencial de la palabra- que la educación es constante, que mi proceso de aprendizaje nunca termina y que el autoconocimiento nunca cesa; se renueva a cada instante.

Entonces creo firmemente en la oportunidad que se nos presenta cada instante, a pesar de nuestro anti ecológico medio que nos hace ignorante de nosotros mismos y de nuestro propio florecer, de sentar las bases de una nueva educación que le apuesta a la diversidad y “única individualidad” de cada uno de nosotros, que le apueste a crear un ambiente que nos permita florecer, que nos permita ver la belleza de cada uno de nosotros, que nos permita ver nuestra propia estética, escuchar nuestro propio sonido, desarrollar todo el arte que poseemos, cada uno de nosotros es un artista en potencia, es un creador, es Dios.

Si nosotros como artistas y docentes dejamos de lado el insípido y superficial afán de la competencia, la repetición por la repetición, los cánones y paradigmas que rodean nuestra academia y nuestro pensamiento, si dejamos el afán de ser para el otro y nos fundimos en la paciente, larga, reveladora y eterna tarea de buscarnos a nosotros mismos, crear nuestra propia voz, tal vez entonces seriamos más capaces de escuchar la voz de los demás, de entenderla, de compartirla. En nuestras manos está la llegada de la primavera, si nos ocupamos en potencializar la individualidad, la identidad de cada ser y de nosotros mismos, en nuestras manos esta cambiar la tarea del docente como amoldador, como castrador, y cambiar por ende el camino de la academia, que debe ser el lugar donde se den las oportunidades más que donde se cierren, es nuestro deber darle un nuevo curso a la ciega sociedad, quitándonos primero poco a poco la venda que nos obnubila, una venda que nos pusieron, y que ha sido alimentada tanto por la sociedad como por nosotros mismos, y que solo nosotros contamos con el poder para removerla de nuestros ojos: nuestro papel es guiar a cada ser que nos toque para que sea él quien quite la venda y rompa las cadenas, pues sólo él tiene el poder de acabar con su secuestro y/o autosecuestro.

El mundo se crea a sí mismo a cada instante. Nosotros como docentes y artistas (no puedo dejar de poner estos dos papeles como uno solo, como complemento perfecto) tenemos que ser creadores también. No podemos dejar de lado la creación por ningún motivo; de hacerlo nuestra labor se pervertiría, y volveríamos inevitablemente, al círculo vicioso de la castración, la uniformidad, la producción y el consumo: la anulación de Ser en todo su esplendor. En pocas palabras tenemos que garantizar que el estudiante, amigo, hermano, colega o ser que interactúe con nosotros se convierta en autodidacta, y nosotros también serlo. ¿Qué hubiera pasado, si en las escuelas, hogares y calles se nos enseñara a cuidarnos a nosotros mismos, a amarnos, a educarnos, y todo de lo que utópicamente se nos habla, se nos predica, pero que no se ve por casi ningún lado de este enmascarado mundo? Es tan urgente esta cotidianidad, tan falsa, tan enferma, que creemos que esto se queda en la utopía, no creemos que en realidad somos capaces de ser felices, de encontrarnos, no nos creemos capaces de nada. Es increíble, nos volvemos tan ciegos que no podemos ver nada de los que estamos hechos, y por ende no seremos capaces de ver nada bello en el mundo.

Satanizamos la angustia, el caos, las crisis, cuando estas “malas” emociones junto con otras “buenas” o “mejores” son la materia prima del artista para la creación, las jerarquizamos tanto que emitimos juicios de valor que encierran el potencial que poseen en sí mismas. Creemos que el arte es un producto, lo evaluamos al final, y no somos conscientes de todo el proceso, de todo el sufrimiento, todo el bello y arduo camino de la creación, más allá de los aplausos de gente que no escucha, o de las grandes sumas de dinero de los snobistas que elevan su prestigio y posición social, existe el verdadero arte que es el valor de nosotros mismos tal y como somos, el arte es la belleza de la calma y el caos, y la aceptación. Tenemos que lograr aceptarnos, aceptar nuestras crisis y las de los nuestros, y potencializar las emociones a través del despertar de los sentidos (…) en vez de atrofiarlos y dormirlos.

También tenemos que saber reorganizar las temáticas, como ha venido sucediendo en Venezuela, en materia de música, donde cada joven es tan dueño de su folklor tan consciente y tan orgulloso, y a la vez tan seducido por la música clásica, y es extraordinario ver una nueva academia que logra crear un espacio de convivencia para la universalidad, como consecuencia podemos ver como muchachos que estaban (por respuesta a su sociedad) robando, en la calle, marginados, con faltas de oportunidad como sucede en tantos otros lugares de este mundo (en cantidades alarmantes como nuestro país), están ahora tocando, y ver además la calidad de tanto intérpretes como creadores, la humildad con la que entregar su arte y reciben el propio y el de los demás, el conocimiento que tienen de su música, ver que han recuperado el interés en sí mismos y que día a día aportan a la creación individual y colectiva.

Es notable la problemática que hemos estado viviendo de la castración del alma en la academia, de la superficialidad del arte y el artista, causado por el mercantilismo y la sociedad de consumo, la inherente anulación del ser, y a su vez, como por reacción, se hace más notorio el papel del artista y el docente, la tarea y la responsabilidad que trae consigo la libertad que debe ser uno de los fines del arte, de la importancia de su papel en la sociedad, del poder que llega a sus manos para la renovación, para el renacer, poder que, si no es bien usado puede ser peligroso, como lo hemos podido ver y lo seguimos viendo, puede ser destructivo, como ha venido siento, cegador, y mortal.

Es fundamental tomar consciencia de ello, para no cavar nuestra propia tumba ni la de nuestros hermanos, y es importante llenarnos del valor suficiente para llevar a cabo esta tarea, valor que proviene sólo de nuestro interior. Tenemos que tomar consciencia de la gravedad del asusto, porque de no ser así, seremos armas letales, sin tener idea alguna de que lo somos, y desperdiciando la oportunidad de crecer con todos como unidad. Tenemos que ser capaces de creer, en nosotros, en los otros, en el mundo y su infinito potencial, para tener la claridad de la proyección de mañana, actuando constantemente en el ahora.

Tenemos que darle un nuevo rumbo a la academia, tenemos que implementar, de una manera paciente como se requiere, para tener en cuenta cada detalle, un minucioso proyecto de inclusión del folklore a la academia, con el fin de rescatarlo, conservarlo y estudiarlo, y que el país recupere la identidad musical, que es vigente sólo por el corazón que todavía palpita, de sus pueblos, de sus músicos, de su gente: el hermoso, amplio y diverso universo de nuestra tierra. Es retomar la acdemia desde otro punto donde las músicas se complementan: La escuela Clásica Europea que rige en estos momentos la acdemia, incluyendo también las músicas y conocimientos de otras culturas, con el estudio y la profundida que estas merecen, de hecho de esta manera se puede hacer menos superficial y hostigante todo lo que en la academia se nos da sobre la escuela Europea, sin duda hay que renovar estos conocimientos porque se está convirtiendo en castrador algo bello, las alas se están convirtiendo en cadenas, al ponerlo en la categoría de único y verdadero en la academia, de correcto y perfecto. Debemos ser capaces de que todos estos mundos que llegan a nosotros convivan y se complementen.

Se puede construir una sociedad en la que todos seamos artistas, porque todos tenemos el potencial para serlo, de esta manera la sociedad entenderá la importancia de la música, la danza, el teatro, las letras, la pintura, para el desarrollo del ser y su contexto, y el arte ya no será más entretenimiento, pornocultura, consumo, sino transcenderá como su naturaleza misma lo indica, es la única manera de cambiar esta lógica del hombre-masa, la educación por medio del arte, el descubrimiento del SER! Es el arte quien tiene el poder de hacer visible de nuevo la espiritualidad del mundo, que se pierde y se disfraza en los hogares y academias, en los medios de comunicación, en los trabajos; PERO QUE POR MÁS QUE SE ESCONDA, EN ESENCIA SIEMPRE PERMANECE.

Entonces teniendo en cuenta estos aspectos, el maestro no puede ser cualquiera (aunque todos tengamos el potencial para serlo), debe ser alguien convencido, dispuesto a entregarse a sí mismo, debe ser alguien preparado ¿cómo es posible que en las escuelas de educación primaria y secundaria se encuentren tan malos maestros, los profesores de música y artes sean simples entretenedores, como es posible que sea gente que no se interesa en lo más mínimo por sus estudiantes, y cómo es posible que estos sean los moldes de nuestros niños (porque se autoimponen como moldes, no es que deban existir mejores moldes, simplemente no debería existir molde alguno)? ¡¿Cómo es posible que esa sea la calidad de educación que recibimos en etapas tan importantes como nuestra primera y segunda infancia? ¡Es tan triste como peligroso!

Nosotros podemos ayudar a crear un mundo de hombres libres, reconociendo que la libertad está adentro, que las alas para volar están en el centro mismo de nuestro ser. ¿Cómo podemos encontrarla si asesinamos al ser?, resulta imposible. Debemos ser libres como docentes y artistas para poder construir, elementos sociales suficientes, para que el individuo se busque a sí mismo y por lo tanto encuentre su libertad, y de paso, encuentre el valor y el poder de emitir su única, propia y hermosa voz.

Un docente de música, que no mantenga viva su pasión, no toque, no asista a conciertos y no esté enterado de los avances que permanentemente tiene el mundo en materia de creación (que por suerte natural no cesa) ¿qué le puede transmitir a sus estudiantes?, si no tiene los conocimientos, y mucho menos el interés ¿que llama puede encender el los otros? El docente y artista debe lograr encontrar el combustible para encender el motor de voluntad que cada uno posee, tan motivación solo se logra en la sed de autoconocimiento.

Encuentro una gran convergencia con esta proposición, pues es que por andar en busca de la objetividad, de la uniformidad, de la peligrosa buena intención y buena consciencia, hemos rechazado, satanizado, banalizado, y corrompido, todo lo que nos hace humanos. Nos vivimos negando a nosotros mismos, anulándonos, convirtiéndonos en máquinas y productos, nos odiamos y nos somos capaces de ver…. No somos capaces de ver la subjetividad y objetividad como complemento y las convertirnos en dos cosas aparte, no somos capaces de pensar el marcouniverso desde la importancia del bienestar del microuniverso, de cada importante, único y complementario microuniverso.

Me encanta la idea de saber que tengo el poder de cambiar desde mi propio ser, cambiar en el sentido de ir más y más al fondo, y que en cuanto más profundo valla, más elevada estaré, y que ese es el primer paso para el cambio colectivo. Me encanta la idea de saber que puedo ser una herramienta para que muchos seres se interesen por su mismidad, y además para que desde ahí florezcan, saber que desde mi creación constante, se puede lograr una creación colectiva, saber que la academia, se puede cambiar si nosotros sus hijos recuperamos el alma que se nos arrebató, y puede dejar de ser un espacio de destrucción, que puede reverdecer, y por lo tanto el modelo de sociedad que tenemos de terror, hambre, dolor, consumo, muerte, se convierta en una sociedad de pensamiento, de espíritu, de arte y educación de verdad. Que puedo, con todo lo que se me viene encima, recuperar la confianza y el amor por mí misma, que puedo encontrar mi libertad, que puedo ver, y que solo es decisión mía, claro una decisión que requiere de valor y responsabilidad, constancia y disciplina, y de amor… que estoy en la capacidad de exigir, y aun más de darme mi propia educación de calidad, pues me la merezco, y cada uno de nosotros la merece. Que a partir a la inversión de mi tiempo a mis ser (el está aquí y ahora, no como sucede en la academia, y en la mayoría de los ámbitos, cuerpos presentes, mentes, y almas, ausentes), puedo ser un puente para que otros inviertan su tan valioso tiempo en su tan valioso ser, siendo conscientes de que se lo merecen.

Todo esto plantea un cambio de 180°, al destino fatal de la academia, realza la esperanza y dibuja un nuevo horizonte a la creación, al ser y por supuesto, a la sociedad entera. Es necesario cambiar todas esas bases de siglos pasados, sobre el que está construido nuestro modelo de sociedad. Es nuestro deber establecer una nueva columna vertebral, con la frescura y la vitalidad de la renovación, con el increíble poder de la creación, y recuperar de una vez por todas, la luz, la vista, de encontrarnos día a día con la libertad.

Debemos tomar consciencia del folklor, y dar la importancia que merece nuestra historia, recuperar nuestro sentido de identidad, porque vivimos identificándonos con imágenes que no somos, vivimos alimentando una ilusión de nosotros mismos, un ilusión que ha calado tanto en nuestros más profundos anhelos, como en nuestros más superficiales deseos, un ilusión que además nos hace sentir vergüenza de quiénes somos y nos ínsita a la máscara constante, a la imitación, a la superficialidad, al consumo, a la venta de nuestra alma, y nos llena de un poco de basura que no nos pertenece y nos hace creer que sí, que estamos hechos de ella, y que es inevitable salir de ahí, y tristemente nos convence, por aquello de la culpa que es programada en nuestro inconsciente por la sociedad, de que es eso lo que somos y eso lo que merecemos, y por ende lo que le mundo merece. En nuestro país pulula el talento artístico y está abandonado por el gobierno, por la academia, por el hogar, por nosotros mismos. Es importante hacernos conscientes de las problemáticas, las soluciones, los contextos y de nuestro papel y nuestro ser. Debemos estar alerta porque es peligroso hacer caso omiso a todos estos factores, pues estaremos condenados a recibir y trasmitir basura, pudiendo ofrecer nuestro verdadero ser, y sin esperar nada a cambio, lo que recibiremos es incomparable….

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