sábado, 11 de febrero de 2012

Humanismo, Arte y Siglo XXI

Por ANDRÉS CAMILO VÉLEZ ORTIZ

ABSTRACT

¡De repente me hayo en un salón de clases explicando que es arte!, la humanidad ha tenido millones de experimentos de arte, donde cada persona tiene una perspectiva totalmente distinta a la otra, donde sin saber el concepto de lo “lindo” o de lo “feo” de lo apolíneo o Dionisiaco como algún vez un maestro nos explicaba. El saber distinguir técnicas en pintura, en música, en teatro; quizás a veces técnicas que en ningún momento tienen sentido, en música ¡tienes que Tocar así por que así es la Técnica!, debo yo creer en esa técnica o tocar como yo me siento bien. Ahora si yo quisiera tener cuidado del si, por que no sentir lo que hago, Foucault, que siempre trato de llevar bien el sentido del ser, del estar, de sentirse bien, de alguna manera a quien hacerle caso, a mi maestro que quiere y tiene, que enseñarme una técnica para tocar mi instrumento, o a Foucault que dice que tengo que construir una conciencia y tener un cuidado de mi ser, de mi pensar. Este Ensayo quiere basarse en lo que es el humanismo y como de alguna manera esto hace del arte un extenso problema.



“Las Luces, que han descubierto las libertades, inventaron también las disciplinas”
Michel Foucault


A veces quisiéramos hacer una obra de profecía pero esto en el arte se puede tornar difícil, planteando en este momento una prospección de lo que puede llegar a ser el arte en el siglo XXI y de la forma como la cuestión del humanismo va a estar presente en ese arte. En realidad, cualquier intento de ese tipo necesariamente tendría que fracasar, pues la enseñanza del pasado nos muestra que, en general dentro de todas las manifestaciones culturales, pero muy especialmente en las cuestiones del arte y muy presente en la música, los cambios ocurren a menudo de la manera más inesperada y se siguen caminos totalmente imprevistos para quienes intentaban visualizar a futuro las evoluciones de la expresión creativa. Simplemente, y para poner las cosas en claro, resulta obvio que para ningún hombre del siglo XIX era posible imaginar la forma como se iba a desarrollar culturalmente el siglo XX y todas las descripciones de la vida futura hechas en la literatura de ciencia-ficción de los inicios (como es el caso de ciertas de las novelas de Julio Verne) nos sorprenden a menudo por su bien intencionada ingenuidad y demuestran ser generalmente simples extrapolaciones de la realidad vivida por sus autores, ambientadas en un periodo lejano para hacer más visibles las contradicciones del presente. Pueden acertar en las cuestiones de cierto desarrollo tecnológico, adivinando la existencia de submarinos o viajes a la luna, pero a menudo en la cuestión de la evolución cultural parten de falsos preconcebidos y terminan dando una visión de nuestra época que no toma en cuenta muchos de los procesos sobre los cuales se vino a determinar nuestra realidad. Por ello en casi todas esas obras literarias se presenta al año 2000 para allá como una época de largos viajes interplanetarios, pero casi nadie imagina la importancia que la cibernética iba a llegar a tener en nuestra realidad cotidiana. En la actualidad no hemos todavía podido desprendernos de los límites más cercanos a nuestro planeta, pero pasamos una buena parte de nuestra existencia navegando por realidades virtuales que para los hombres antiguos habrían sido totalmente incomprensibles.
En ese sentido, la cuestión del arte es particularmente importante. Las manifestaciones artísticas, de una u otra forma, vienen a poner en evidencia los funcionamientos mismos de las sociedades de las cuales proceden. A través del arte es posible conocer, mejor que a través de ninguna otra cosa, la forma como los seres humanos pertenecientes a una determinada cultura perciben su realidad y tienen tendencia a interactuar con ella. Incluso es un sistema habitual el hacer trabajo de sociología a través del estudio de las diferentes manifestaciones tanto del "arte serio" correspondiente a una determinada sociedad como a través de las manifestaciones de tipo popular que a menudo también son formas de creatividad artística.
En ese sentido, el arte siempre va en relación a procesos socio-económico-culturales. Sin embargo, se debe tomar en cuenta que no se trata de una relación directa, de homología o reflejo entre la actividad artística y la realidad social. Ya es un hecho ampliamente conocido que esta relación es más bien compleja y obedece a muchas y diversas mediatizaciones. En realidad, lo que normalmente aceptamos se hace presente en los objetos culturales es, más que la realidad social misma, el funcionamiento ideológico (con toda su complejidad) que existe en una sociedad determinada. Incluso en su aspecto de complejo con dominante, donde no existe, en contra de la visión marxista tradicional, tan sólo la ideología de la clase en el poder, sino todo un sistema en el cual conviven incluso ideologías supuestamente ya sobrepasadas por la evolución del proceso económico
Carolina Santamaría se basa mucho en los estudios culturales y los estudios poscoloniales donde se cuestionaban seriamente las maneras de cómo las disciplinas y los discursos elaborados por las mismas, articulaban desigualdades de poder que eran parte constitutiva y particular de la cultura nuestra. Sin embargo, estas consideraciones nos permiten tratar de visualizar lo que en la cada vez más unificada sociedad humana actual se puede plantear para el futuro en el campo del arte.
De acuerdo con todo ello, ¿podemos arriesgarnos a tratar de predecir las formas de la evolución artística en los años futuros? Solamente en la medida que aceptemos se trata tan sólo de una prospección realizada a partir de los hechos que observamos en el presente. No podemos asegurar nada en concreto, porque desconocemos las posibles variables que ciertas evoluciones culturales, tecnológicas, sociales, económicas e ideológicas pueden introducir en la ecuación. Para un hombre del siglo XIX era imposible prever la influencia que el uso de ciertas tecnologías (cine, televisión, computadoras) iba a tener en la forma de producir y concebir el arte a finales del siglo XX. Si alguien le hubiera dicho que iba a ser posible "pintar" un cuadro sin manipular ningún tipo de pigmento, por medio del uso de un ordenador con un software especial, habría pensado que se trataba de una mala broma. Igualmente si se le hubiera hablado de que una de las principales manifestaciones del arte del siglo XX iba a ser el producir objetos visuales en movimiento y con sonido. El mismo Lumière, a pesar de haber sido el responsable de la primera exhibición cinematográfica oficial, dudaba del futuro de su invento y consideraba se trataba de un simple divertimento, una atracción de feria con posibilidades muy limitadas y que no estaba destinada a producir nada interesante en épocas posteriores. El futuro del arte, por tanto, tan sólo puede ser considerado a un nivel general, haciendo abstracción de los posibles descubrimientos que habrán de moldearlo en este incierto siglo XXI.
Y por ultimo quisiera recomendar mucho el libro vigilar y Castigar de Michel Foucault, que trata de explicar como un un individuo puede llegar a ser controlado como un videojuego, y como todo eso seguirá presentándose en la educación y en el arte del siglo que ya esta transcurriendo.

“A los que roban se los encarcela; a los que violan se los encarcela; a los que matan, también. ¿De dónde viene esta extraña práctica y el curioso proyecto de encerrar para corregir, que traen consigo los Códigos penales de la época moderna? ¿Una vieja herencia de las mazmorras de la Edad Media? Más bien una tecnología nueva: el desarrollo, del siglo XVI al XIX”.
Michel Foucault.
Vigilar y Castigar – Contratapa.

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